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Mantenimiento de la calefacción de una vivienda

Pérdida de eficiencia, desconexiones repentinas, ruidos… algunos de estos problemas son comunes a los propietarios de viviendas si la instalación de la calefacción es muy antigua o no es sometida a las sesiones regulares de mantenimiento que recomiendan los fabricantes e instaladores. En especial, en los sistemas de calefacción tradicionales. Precisamente, uno de los principales objetivos de realizar un mantenimiento de la calefacción cada cierto tiempo es el de prevenir cualquier incidencia, de manera que la vida útil se prolonga y la eficiencia energética es mayor, con la consiguiente reducción en las facturas.

A continuación puedes conocer algunos consejos sencillos para que entender en qué consiste el mantenimiento de una calefacción y cuáles son sus particularidades.

¿Por qué se debe realizar el mantenimiento de la calefacción?

La prevención de las posibles incidencias que puedan ocurrir en nuestro sistema de calefacción es una de las principales razones por las que debe llevarse a cabo. Las averías y las consiguientes reparaciones tendrán siempre un mayor coste económico, a lo que hay que sumar que, para realizar las sustituciones de piezas y las reparaciones, hay que detener el funcionamiento de todo el sistema, con los inconvenientes que ello implica.

En España, de acuerdo con los datos de los fabricantes de generadores y emisores de calor, se estima que entre 8 y 9 de cada 10 sistemas de calefacción son ineficientes en algunos, o en varios, de sus puntos, en especial en cuanto a las calderas se refiere, lo que tiene una incidencia directa en el bolsillo de los propietarios de las viviendas y en el impacto que eso supone para el medio ambiente. La alta difusión de las calderas de gas modernas, como las de condensación, facilita un ahorro que puede ser de hasta el 25%. Sin embargo, estos dispositivos también estás sujetos a la oportuna revisión, para asegurar que su funcionamiento es óptimo durante toda su larga vida útil.

Existen algunos puntos en los que hay que poner un especial énfasis cuando se efectúa el mantenimiento de instalaciones termicas en edificios, como la correcta instalación o la comprobación de que la estanqueidad es total. En cuanto a la eficiencia energética, la caldera debe quemar de manera adecuada. En aquellas instalaciones de calefacción que cuenten con radiadores, para asegurar que una  estancia en concreto o una casa se calientan como corresponde, debe efectuarse una correcta purga de estos elementos aproximadamente una vez al año.

 

¿Cada cuánto tiempo debe realizarse el mantenimiento según el tipo de calefacción?

Como referencia general, se puede afirmar que la frecuencia del mantenimiento al que tienen que someterse los sistemas de calefacción es de una vez al año, con el cambio de temporada. El Reglamento de las Instalaciones Térmicas de los Edificios (RITE) determina cuál es la asiduidad con la que se debe llevar a cabo el mantenimiento de la calefacción y las tareas que hay que realizar, como la purga de radiadores o el análisis de combustión. En el caso de las calderas de gas domésticas, la revisión obligatoria se prolonga hasta los dos años, un plazo de tiempo que aumenta hasta los 5 años en el caso del gas natural y que se ve reducido a 12 meses en el caso de tratarse de calderas que emplean gasóleo. Los sistemas de calefacción basados en energía eléctrica no cuentan con revisión de mantenimiento obligatoria, aunque se aconseja a los propietarios efectuarla cuando pasen algunos años y de manera más habitual si el equipo tiene cierta antigüedad.

 

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¿Cuáles son los principales problemas a causa de un mal mantenimiento de la calefacción?

Las fugas, las intoxicaciones o el consumo elevado de energía son tres de las principales consecuencias de contar con un sistema de calefacción en mal estado. Las fugas de agua, que hacen ineficiente los sistemas de calefacción, pueden detectarse en los radiadores, debajo de la caldera, en la llave de vaciado o en otro punto del circuito que no podamos detectar a simple vista. En estos casos es posible encontrar manchas de humedad en las paredes, bastante visibles y a la altura del paso de las conducciones. La llave de vaciado, que suele estar en la cocina o en el suelo del cuarto de baño, permite, cuando la cerramos, vaciar todo el circuito para hacer sustituciones de piezas y elementos o para efectuar labores de limpieza.

A veces la fuga se debe a que la llave de vaciado no está bien cerrada, o a que el cierre completo no es posible por una fabricación defectuosa, por la antigüedad o por el desgaste. El mantenimiento regular permite detectar anomalías de este tipo, de manera que se impide que, por ejemplo, el agua se llegue a embalsar en alguna oquedad del subsuelo, lo que implicaría daños y unos gastos de reparación mucho mayores. En el caso de que la fuga ya se haya producido, es aconsejable ponerse en contacto con un técnico especializado para que efectúe la reparación necesaria.

 

Sistemas de calefacción que utilizan radiadores

En el caso de los sistemas de calefacción que utilizan radiadores, durante la purga que se realice cada 12 meses, debe liberarse el aire que se almacena dentro del circuito de la calefacción, lo que hace que el funcionamiento no sea el adecuado. Para ello se mantiene fuera de funcionamiento durante 2 horas la caldera y se abren los purgadores de los radiadores, para que el aire salga. Los purgadores pueden volver a cerrarse cuando se deje de escuchar el característico silbido y se observa cómo se desprenden gotas de agua. Después de esta operación no solo los radiadores vuelven a funcionar a pleno rendimiento y de manera uniforme, sino que se evitarán también los molestos ruidos que aparecen por la acumulación del aire.

Aunque están en desuso, aún existen radiadores que funcionan mediante el calentamiento de aceite por medio de una resistencia eléctrica que tienen alojada en el interior. El mantenimiento de estos aparatos pasa por la comprobación de que no sufren fugas y por verificar que se encuentran en un buen estado. En este caso, el mantenimiento ayuda a prevenir casos que pueden ser especialmente peligrosos, ya que una fuga supondría la liberación de aceite a elevada temperatura, con el riesgo de incendio o quemaduras que ello implica. En general, se recomienda retirar estos aparatos cuando se estropean o sufren algún golpe en la carcasa externa que los haya deteriorado.

 

 

El mantenimiento del suelo radiante

En el caso de que el sistema de calefacción utilice suelo radiante, el mantenimiento pasará por abrir los purgadores automáticos si la instalación cuenta con ellos. En caso contrario, deberá ser un técnico cualificado el que realice la operación. El suelo radiante utiliza caudalímetros para distribuir el calor y discriminar a qué estancias llega, así como el calor. Con el mantenimiento adecuado de estos dispositivos pueden prevenirse obstrucciones de pequeño tamaño o incidencias en el circuito que obstaculicen el paso del agua caliente y eviten que el calor se distribuya de manera adecuada.

La posible formación de lodos puede prevenirse con aditivos o desincrustantes especializados para este fin, aunque en principio este tipo de conducciones no permiten el paso de aire ni otros elementos, y tendrán una extensa vida útil, de décadas, sin necesidad de intervenir en ellas. Traspasado un largo periodo de tiempo, algunos fabricantes aconsejarían realizar una limpieza en profundidad y un nuevo llenado, como si de las instalaciones de radiadores se tratara.

 

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Listado de consejos para el mantenimiento óptimo de la calefacción

Comprobar las conexiones del circuito de la calefacción es imprescindible para prevenir posibles daños que puedan ocasionar deterioros y roturas. Forma parte del mantenimiento básico, y se debe poner especial atención si el sistema de calefacción, como ocurre en la mayoría de los casos, no se utiliza a lo largo del año. Esa inactividad puede ocasionar obstrucciones en el circuito de la calefacción. Por ello hay que comprobar el estado de las tomas de entrada y de salida de agua, así como la red eléctrica de suministro del propio sistema de calefacción. Si contamos con caldera de gas, es imprescindible verificar el estado del conducto de gas.

 

El sistema debe contar con la presión adecuada

La importancia de la correcta presión en el sistema de calefacción es máxima. Tanto si es demasiado baja como si es demasiado alta, puede ocasionar daños importantes, como por ejemplo el deterioro de componentes, un fenómeno que surge por la acumulación de aire en los conductos. La presión recomendable para un sistema de calefacción común es de entre 1,2 y 1,5 bares. 

También es buena idea revisar cada cierto tiempo, de manera visual, los indicadores de presión que tienen las calderas, ya sean analógicas o sean digitales. Por otro lado, las calderas cuentan con una llave de accionamiento de fácil acceso, en ocasiones en la parte inferior, con la que puede modificarse la presión si está por debajo o por encima de las recomendaciones. En las calderas, el mantenimiento de instalaciones debe incluir el mantener limpios los filtros de aspirado de combustible, ya que si éste no llega con normalidad, la caldera tendrá dificultades para activarse.

 

Una temperatura ni demasiado baja ni demasiado elevada

Otro factor importante a la hora de conservar en buen estado la instalación de calefacción es elegir una temperatura adecuada, es decir, que se encuentre en un rango medio, nunca demasiado baja ni demasiado alta. Una alta temperatura repentina, por ejemplo en algunos momentos del día, o después de estar apagada la calefacción, siempre eleva el coste energético y puede perjudicar al conjunto de la instalación. Por el contrario, es preferible calentar una vivienda durante más tiempo pero con una temperatura intermedia, de manera que el calor se mantenga constante en las diferentes estancias. La temperatura que aconsejan los expertos tener la vivienda habitual es de unos 21ºC.

En el caso de darse una fuga en un lugar del circuito de calefacción desconocido, por ejemplo porque no se tiene acceso a él, se puede recurrir a soluciones que permitan encontrar el lugar exacto en el que está la fuga, como la tecnología termográfica. Ésta, en combinación con otras técnicas, como por ejemplo el escáner UV, un electroescáner o el georradar, pueden resultar muy efectivas.

 

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